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Entre montañas y emociones: La historia de escalar hasta el techo de África

 

Carmen Teresa Izquierdo Jaén, hija menor de la profesora María Helena Jaén, decidió hacer voluntariado en África y emprendió la aventura de escalar el Kilimanjaro (una de las seis montañas más altas del mundo) sin saber que descubriría su verdadero espíritu. El reto se lo trazó luego de conocer a una mujer de 102 años que le pidió que llevara la foto de su hijo mayor a la cima de la montaña, pues el sueño de ese hombre había sido escalar el Kilimanjaro, solo que una muerte prematura, a causa de una enfermedad grave, se lo impidió.

 

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1. ¿Qué te llevó a emprender el reto de escalar Kilimanjaro?
 
Hacer realidad dos sueños
 
Durante un mes, realicé un voluntariado en África, específicamente en la comunidad de Moshi. El objetivo de todos los proyectos emprendidos era enseñar inglés a los niños, adolescentes y adultos que se encontraban en los colegios y residencias de mayores (Wazee en Swahilli).  En el Wazee hice conexión con todos los residentes, pero Elizabeth (mejor conocida como Z) robó mi atención y corazón con solo una mirada, un gesto y un cariño. La mujer de 102 años era naturalmente de Senegal. Fue abandonada por sus tres hijos porque la consideraban una carga de la que ellos no podían ocuparse. Dos años después de que la enviaron a la residencia de mayores, Prosper, su hijo mayor, muere de una enfermedad muy grave. Este acontecimiento afectó la salud mental y física de Elizabeth y dio pie a que tuviera que estar de reposo por tres meses
 
En la última visita que hice al Wazee, Elizabeth se enteró que iba a escalar el Kilimanjaro. Me comentó que Prosper siempre había querido llegar al techo de África.  Se levantó de la escalera en donde se sentaba todos los viernes a las 12 del mediodía, entró en la habitación y con una sonrisa me entrega una foto de Prosper y me dijo: “Llévalo a la cima, él siempre quiso llegar a la cumbre del Kilimanjaro.  Mi sueño es que él llegue a pesar de haber muerto”. Con lágrimas en los ojos le contesté: “Con mucho cariño”.  Desde ese momento sentí que el reto se había convertido en algo más que solo llegar a la cumbre
 
Cumplir el sueño de Elizabeth fue lo que me llevó a emprender el reto de escalar el Kilimanjaro; cada paso que daba en la montaña representaba un pedacito de la sonrisa que iba a tener Z. Estaba segura de que si lograba llevar esa foto, la salud de Elizabeth iba a mejorar y su vida iba a cambiar. Si bien es cierto que escalar el Kilimanjaro era un reto personal por todo lo que implicó, estoy segura de que el verdadero motor para lograrlo fue lograr que Z fuese feliz y esto, a pesar de no ser un trabajo físico, era mucho más difícil que el simple hecho de escalar una montaña
 
El día que llegué abajo, dándole un abrazo le dije: "Z, tu hijo ya está en la cima del Kilimanjaro. Lo logramos". Quedé satisfecha porque la sonrisa de Z fue mucho más grande que la mía cuando hice cumbre
 
2. ¿Cuál ha sido el mayor aprendizaje de esta experiencia?
 
Mi estrategia durante los seis días era ir lento porque gastaba mucha energía y tenía que hacer muchos descansos si iba rápido. A pesar de esto llegué de segunda a la cima, como dice el famoso refrán "los últimos siempre serán los primeros". Comprendí que en la vida no hay que creerse superior a los demás (muchos iban más rápido que yo, me pasaban por al lado y se reían, pero muy pocos llegaron a la cima). En la vida hay que mirar atrás para ayudar a los que más lo necesitan así como lo debes hacer en una montaña. En esta situación no sobrevive el más fuerte sino el más humilde, determinado y perseverante; la actitud positiva y las ganas de llegar fueron imprescindibles para lograrlo.
 
Mi chef, Daudi, fue un verdadero apoyo. Él sabía que una buena alimentación era una de las claves para llegar a la cima. Por esto es que se sentó durante dos días a verme comer y a asegurarse de que me terminara todo. En ese momento me fastidiaba pero hoy en día, luego del logro, le agradezco cada cosa que hizo por . “Hoy por ti y mañana por mí”, frase que me repetía todo el tiempo. Tuvimos una conexión increíble y la capacidad de entendernos iba mucho más allá; sabía que esas lágrimas que solía echar era por la presión que sentía en el momento. Cuando supo que era una persona de confianza, me comentó sobre sus problemas económicos. Mi reacción fue abrazarlo y él se quedó viéndome raro. Le dije que me dijera lo que le pasaba y con una sonrisa me dijo: “gracias, nadie me había abrazado antes”.  En medio del camino hacia el campo base, Daudi sufrió una caída muy fuerte y se echó a morir porque pensaba que más nunca iba a poder subir la montaña. Esto implicaba perder el único trabajo que tenía y, por ende, dejar de pasarle dinero a su familia. Su esposa y su hija vivían en Senegal. Además de eso estaba ahorrando para ir a visitarlas, ya que tenía 4 años que no las veía
 
Las metas logradas en nuestro día a día no son solo nuestras, siempre hay que recordar a esas personas que alguna vez estuvieron allí por nosotros. Como siempre digo, hay que compartir los sueños porque los grandes logros se hacen en equipo y con mucho esfuerzo. Por eso es que antes de mi partida le dejé a Daudi un dinero para que visitara a su familia. Gracias a Daudi comprendí que el montañismo no es físico sino mental.
 
3. ¿Nunca pensaste en abandonar el reto? ¿Qué emociones sentiste cuando estabas cerca de la cima?
 
En dos momentos específicos pensé en abandonar: al final del camino hacia el campo base y dos horas antes de hacer cumbre. Sentí mucha debilidad una hora antes de llegar al campo base debido a la deshidratación.  La última etapa del camino fue un “challenge”; podría decir que una de las pocas veces en las que pensé que iba a darme por vencida. En ese momento es que te das cuenta que necesitas ánimo de una persona más fuerte que . Ahí, en este instante, apareció uno de esos ángeles que te da la vida: Yohana. Ella me sentó y me dijo: “Tienes que continuar. eres la única mzungu (es como le dicen los africanos a los turistas) que todos queremos que llegue arriba. Eres muy grande, una mujer valiente, bella y muy simpática. Tienes un corazón inmenso y queremos que eso esté allá arriba”. Con mucha dificultad llegué arriba, al campo base. 
 
Dos horas antes de hacer cumbre pensé en abandonar el reto. Estaba muy cansada y mi mente me logró controlar. Las emociones cambiaban en cada paso que daba. El cambio en los sentimientos internos que tenía era constante, así como la vida misma. Verdaderamente en ese momento lo que quería era llegar a la cumbre y  lo único que recuerdo es tener un sentimiento constante: un calor interno de una emoción que explotó cuando llegué a la cumbre
 
En algún momento de bajón me lancé en una roca y le dije a mi guía en el estado en el que me encontraba y él me respondió: "ya era hora". Al mismo tiempo me echo el agua entera de su termo para avisparme. Sin duda alguna, a menos 20 grados y de madrugada, fue una gran estrategia por parte de él. a pesar de que después pasé frío parejo. Vi a una niña vomitar, a una persona desmayarse y a un señor darse por vencido, pero yo continué mi camino visualizando cada paso. Cuando me encontraba muy cansada tenía una frase: perseverancia, paciencia y determinación. Un trío realmente vencedor. Lo que hice en el pico fue llorar, llorar de la felicidad, pero también por el cansancio físico y mental en el que me encontraba.  
 
4. Cuando dices que el montañismo no es físico sino mental, ¿a qué se debe?
 
Estaba en buena condición física, sin embargo, no me había preparado para subir la montaña. Mi mente fue mi mejor amiga durante todo el camino, pero dos horas antes de llegar a la cima me traicionó. Durante toda la montaña estaba completamente concentrada en que mi objetivo era la cumbre. En el momento en que ella cayó, enseguida caí yo. Durante un buen período de tiempo tuvo más fuerza que cualquier músculo de mi cuerpo. Saqué fuerzas de donde no tenía para superar esos pensamientos negativos. Pensaba que no llegaba porque con ese cansancio fue difícil superar a una mente que se estaba dando por vencida. Concluí que el enfoque, la visualización y la actitud positiva son primordiales para cumplir con lo que nos proponemos y para vencer los obstáculos en el camino
 
5. ¿En cuántos días concretaste la meta?
 
Ascendí la montaña en cuatro días y descendí en dos. Definitivamente, bajarla es más difícil que subirla
 
6. ¿Cuál fue tu mayor inspiración?
 
Mi mayor inspiración: una cumbre de 5895 m.a.s.l. Arriba piensas mucho, pero sobre todo, te das cuenta de lo que estás hecha y la inspiración terminas siendo misma. Definitivamente, mi sangre es roja de vencedores
 
7. ¿Cómo te ayudó en este desafío la formación que te dio tu mamá?
    
La sangre Jaén es roja de vencedores. Somos líderes en cada aspecto de nuestra vida, sin embargo estamos seguras que antes de ejercer el liderazgo hay que trabajar por ser mejor ser humano. Los valores como la humildad, el respeto, la confianza, la honestidad, la fuerza y la justicia son algunos de los que ponemos en práctica para liderizar y comernos el mundo. Todo esto y mucho más me lo enseñó mi madre; no sería nada sin ella. Pero no puedo dejar de lado a mi querido padre que también forma parte de mi vida y también hizo un esfuerzo por ofrecerme lo mejor. En un futuro, quisiera poder convertirme en por lo menos la mitad de lo que es mi madre profesional y personalmente. Para ambos, muchisimas gracias. Les dedico cada paso que he dado y cada escalón que he superado.Comparto la cima con ustedes porque sin ustedes no hay cumbre posible.
 
8. Luego de esta experiencia, ¿no has pensado en ser coaching motivacional?
 
Siempre lo he pensado. Subir el Kilimanjaro profundizó esa pasión por convertirme en coaching motivacional.  En la montaña me di cuenta de lo que estoy hecha y de que vine a este mundo para ayudar y motivar a los demás. No descarto la posibilidad de dejar mi carrera y prepararme para comenzar un camino diferente como el de coaching motivacional o fundar una ONG.  
 
9. ¿Qué mensaje le das a las personas que ante las adversidades deciden rendirse?
 
Cree en ti y en la fuerza que tienes dentro
Para terminar quisiera dejar un verso motivacional de una publicidad que realizó el equipo de Rugby argentino:
Creo en la pasión sin verso
Creo en la entrega sin límites
Creo en las hazañas que terminan en proezas
Creo en el compromiso
Creo en la belleza
Creo en la lucha que es mucha
Creo en el talento
Creo en la humildad
Creo en el respeto
Creo en la locura
Creo en la distancia que recorre una esperanza cuando se empuja y se empuja
Creo en la hermandad
Creo en la amistad
Creo en la fuerza que sale de adentro cuando hay que ganar
Creo en la aventura
Creo en los sueños
Creo en lo real
Creo en las voluntades que derriban barreras
Creo en la alegría
Creo en los retos
Creo en los hombres con espíritus inmensos
Creo en la destreza
Creo que una lagrima sincera vale más que mil banderas desplegadas en el cielo